Yo

Soy Hernán y vivo en Buenos Aires, aunque mi adolescencia la viví en Mar del Plata y parte de mi cuore quedó allá. Me gusta explorar desde que tengo memoria. Desde muy pequeño esa palabra ya me inflaba el pecho. A los 20 años me largué con la mochila a dedo hacia el noroeste, seis meses después desperté en San Lorenzo, al norte de Ecuador, un pueblito en la selva limitando con Colombia. Era el único blanco.
Esa zona había sido poblada tras un naufragio frente a las costas de un barco negrero que había atravesado el Estrecho de Magallanes rumbo a Norteamérica. Los sobrevivientes que se salvaron a nado se internaron en la selva y se asentaron en un delta. Llama la atención la pureza de su raza, ya que al no haberse cruzado con blancos su piel refleja tonos azulados.
Recuerdo la manera en que este pueblo me recibió. Venía bajando desde Ibarra en la Cordillera en una combi sobrecargada de gentes y bultos por una bajada de 6 horas en un camino de tierra y barro que desde las cumbres se adentraba en la espesura de la selva. Una compañera de asiento me preguntó si era actor de la tele, en el pueblo me preguntaron si era de estadohunido.
Cuando la combi entró en el claro de la selva donde se había montado el pueblo, paró para que subieran unas personas que querían llegar al centro, pero como ya veníamos llenos, el chofer no dejó subir a todos. Uno de ellos, un muchacho de menos de 20 años con musculatura de cobre, levantó un poste del piso (sí, un poste, no un palo, mediría mínimo 3 metros) y nos lo arrojó cual jabalina. Por suerte, en su trayectoria el poste giró y no vino de punta, por lo que su parte superior golpeó con fuerza en el techo de la combi, justo arriba mío. Una viejita intentó calmarlo sujetándole un brazo, el chofer puteó y aceleró.
Recuerdo también que me llamó la atención un extraño juego de los jóvenes del lugar. Después de encontrar habitación en la única pensión que encontré salí a caminar, y paré un rato en el muelle. Los flacos se arañaban los brazos como arrancándose la piel al mismo tiempo que mostraban los dientes y gruñían, y la remataban con una piña al de al lado, onda el "chuick... ¡te fuiste!" de cuando éramos chicos, pero con más compenetración.
Esa tarde, caminando por una de sus calles de tierra entre antiguas casas de tablones de madera y hamacas, transitada por gente, perros, gallinas y chanchos, se me acercó corriendo un negrito al que le faltaba un brazo y no hablaba, pero tomó el mío y me señaló el kiosko. Me miraba con cara de tristeza y desamparo, sin dejarme otra opción que hacer todo lo que él quisiera. Fuimos y en el mostrador habían 5 golosinas para elegir. Pedí una chiquita, pero el nene frunció el ceño enfurecido diciendo que no con la mano y señalando insistentemente la más cara, hasta que la consiguió y se fue corriendo, loco de contento.
¡¡Me fui por las ramas!! Pero así es este blog, es una escapada por las ramas de mis viajes y mis recuerdos, espero lo disfruten y comenten.
¡Hasta el horizonte siempre!

Alegría Navideña.  25-dic 2011 en la playa con la banda, Mar del Plata


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