martes, 20 de mayo de 2014

Interbalnearia parte II

El primer día de un viaje no es el que uno sale de su casa. Pueden en realidad ser dos. Uno, quizás algo difuso, es el día en que uno comienza a planearlo, imaginarlo. Otro, el primer día en que uno despierta en un lugar nuevo, con infinitas posibilidades por delante. El día que partí de mi casa había sido un prólogo, el primer capítulo comenzó al despertar dentro de la carpa en el camping de Punta Indio.
De resaca ni rastros, energía había de sobra para encarar otro día de ruta. Afuera de la carpa dormían tres perros enormes, uno de ellos descomunal. Estaban contentos de verme y fue contagioso. Desayuné esas cosas raras que yo acostumbro comer (aunque yo las vea más naturales que las masivas) y amarré todo a la Morocha como a un caballo para otro día de caravana. Uno de los perros, el que parecía el más joven, corrió loco de contento detrás de la moto unos 500m hasta que se cansó.

Los desconocidos orígenes de la Interbalnearia