martes, 22 de julio de 2014

Interbalnearia parte IV

Estaba finalmente en Mar del Plata, la ciudad en la que había vivido 10 años dejando parte de mi familia, de mis amigos, y de migo mismo. Pero no era como las innumerables veces que fui de visita desde que me volví, esta vez estaba en moto, y pensaba disfrutar al máximo ese poder de sentarme en la Morocha y llegar a cuaquiera de los tantos lugares alucinantes que conozco por esa zona.
En mis tantas visitas resultó siempre difícil reunir a la monada, ya a esta edad cada uno tiene su rutina y es difícil salir de la telaraña que sin darnos cuenta nos fuimos armando. Por más que los años dorados mientras duraron parecieron eternos, las obligaciones y horarios que creamos nos terminaron convirtiendo en prisioneros. Con nosotros me incluyo chamigos.
Entonces apliqué una táctica nueva que funcionó de maravillas, inspirada por la salida de la primer noche con el Caruso a la Laguna de Los Padres (en el anterior capítulo). Hice privadas. En vez de perder tiempo organizando un difícil encuentro colectivo, durante los distintos días que estuve allá los fui visitando de a uno, cargándolos en la Morocha y llevándolos de joda a los lugares que yo quería visitar, mis lugares preferidos de la zona de Mardel. Todo un flazzz.

Con el Kili en la playa del Vivero de Miramar

lunes, 23 de junio de 2014

Interbalnearia parte III

El segundo amanecer del viaje, también en carpa, no fue como el primero. La poderosa cercanía del mar cambiaba las circunstancias. Las diferencias que más sentí fueron la leve tensión muscular debido al frío y la distensión pulmonar debido a lo mismo. El aire frío del mar cargado de pureza me ensanchaba los bronquiolos. Tenía por delante un tercer día consecutivo de ruta sin tener aún decidido dónde pasar la noche. Joya.

martes, 20 de mayo de 2014

Interbalnearia parte II

El primer día de un viaje no es el que uno sale de su casa. Pueden en realidad ser dos. Uno, quizás algo difuso, es el día en que uno comienza a planearlo, imaginarlo. Otro, el primer día en que uno despierta en un lugar nuevo, con infinitas posibilidades por delante. El día que partí de mi casa había sido un prólogo, el primer capítulo comenzó al despertar dentro de la carpa en el camping de Punta Indio.
De resaca ni rastros, energía había de sobra para encarar otro día de ruta. Afuera de la carpa dormían tres perros enormes, uno de ellos descomunal. Estaban contentos de verme y fue contagioso. Desayuné esas cosas raras que yo acostumbro comer (aunque yo las vea más naturales que las masivas) y amarré todo a la Morocha como a un caballo para otro día de caravana. Uno de los perros, el que parecía el más joven, corrió loco de contento detrás de la moto unos 500m hasta que se cansó.

Los desconocidos orígenes de la Interbalnearia

jueves, 10 de abril de 2014

Interbalnearia parte I

Después de casi 5 meses sin publicar en este blog, y lo que es mucho peor, sin mandarme una travesía con la Morocha, me mando a relatar mi última experiencia en la ruta, la cual si bien fue de apenas una semanita, bien la podríamos catalogar como cortita pero juguetona. En realidad, pensaba hacer un viaje de dos semanas al sur de Mendoza, tierra de volcanes, aguas termales, cuevas con estalactitas y restos de accidentes aéreos famosos, pero no fue así. A último momento me salió un laburo de fotografía muy copado, cubrir el congreso privado de tango más importante de Buenos Aires, por el cual con gusto resigné no sólo mi primer semana de vacaciones, sino además el área con mayor densidad de volcanes del planeta. Para una semana de viaje tuve que optar por un destino más cercano, ahí fue cuando recordé uno que tenía pendiente desde hace ya tiempo: la ruta 11, más conocida como la Interbalnearia.

Medianoche en el hotel abandonado de Punta Indio, bañado por la plateada luna llena, junto al silencio del río más ancho del mundo, y yo con un pedo macanudo.